Europa observa con atención las consecuencias de un giro conservador en Berlín
Resultados de las elecciones en Alemania: un giro conservador con ecos de incertidumbre
La CDU/CSU se impone con un 29% en las elecciones alemanas, pero el ascenso de la AfD al 19,6% y la debacle del SPD al 16% dibujan un Bundestag dividido y un futuro político incierto.

Berlín, 23 de febrero de 2025 – Las elecciones federales alemanas celebradas hoy han marcado un punto de inflexión en el panorama político del país, con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su partido hermano bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), emergiendo como la fuerza vencedora con un 29% de los votos, según las primeras proyecciones de la ARD. Sin embargo, el ascenso histórico de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que alcanzó un 19,6%, y el colapso de los socialdemócratas del SPD, que cayeron al 16%, reflejan una Alemania fragmentada y un futuro político cargado de desafíos. Con una participación récord del 83%, la más alta desde 1990, los votantes han enviado un mensaje claro: buscan cambio, pero no consenso.
La CDU/CSU, liderada por Friedrich Merz, logró un incremento significativo de casi 10 puntos respecto a las elecciones de 2021, capitalizando el descontento con la coalición gobernante de Olaf Scholz –compuesta por el SPD, los Verdes y el FDP–, que colapsó en noviembre de 2024 tras desacuerdos económicos. Sin embargo, el 29% obtenido no les otorga una mayoría absoluta en el Bundestag, que cuenta con 630 escaños tras ajustes por el sistema electoral proporcional. Esto obliga a Merz a buscar socios para formar gobierno, una tarea complicada en un escenario donde la fragmentación y las líneas rojas ideológicas dominan.
El resultado supone un regreso triunfal para los conservadores tras años de erosión bajo el liderazgo de Angela Merkel. Merz, un hombre de negocios con un perfil más derechista que su predecesora, ha prometido revitalizar la economía alemana –que lleva dos años consecutivos en contracción– y endurecer las políticas migratorias, temas que resonaron profundamente en un electorado preocupado por el estancamiento económico y los recientes ataques violentos que han avivado el debate sobre seguridad.
La gran sorpresa de la jornada fue el desempeño de la AfD, que duplicó su resultado de 2021 y se consolidó como la segunda fuerza política del país. Con un 19,6% de los votos, el partido antiinmigración y crítico de la Unión Europea logró su mejor marca histórica, especialmente en los estados del este como Turingia y Sajonia, donde ya había mostrado fuerza en elecciones regionales de 2024. Su discurso, centrado en cerrar fronteras y reducir el apoyo a Ucrania, encontró eco en votantes desencantados con la clase política tradicional.
Sin embargo, el cordón sanitario impuesto por los demás partidos limita su influencia directa. Tanto la CDU/CSU como el SPD y los Verdes han reiterado su rechazo a cualquier coalición con la AfD, calificándola de amenaza para la democracia alemana. Esto relega al partido de Alice Weidel a un rol de oposición ruidosa pero aislada, aunque su creciente peso podría complicar votaciones clave que requieran mayorías de dos tercios, como reformas constitucionales o nombramientos judiciales.
El SPD, bajo el liderazgo del canciller saliente Olaf Scholz, sufrió una derrota histórica, perdiendo casi 10 puntos y cayendo al 16%, su peor resultado desde finales del siglo XIX. Este colapso refleja el desgaste de una coalición tripartita incapaz de cohesionarse ante las crisis económicas y migratorias. Los Verdes, con un 12,3%, también perdieron terreno, mientras que el FDP y la izquierdista Die Linke no lograron superar el umbral del 5%, quedando fuera del Bundestag por primera vez en décadas.
La debacle del SPD señala el fin de una era para la socialdemocracia alemana, que había liderado el gobierno desde 2021 tras años de coaliciones con la CDU. Scholz, criticado por su cautela en política exterior y su manejo económico, deja un partido en crisis y un legado cuestionado.
El camino hacia un nuevo gobierno será tortuoso. La opción más viable para Merz parece una coalición con el SPD –una "gran coalición" que ya gobernó entre 2013 y 2021–, aunque las profundas diferencias ideológicas y el malestar mutuo tras esta campaña dificultan las negociaciones. Una alianza con los Verdes, conocida como coalición "Kiwi" por los colores negro y verde, es otra posibilidad, pero choca con posturas opuestas en temas como migración y política fiscal.
A nivel internacional, el giro conservador podría endurecer la postura alemana en la Unión Europea, especialmente en materia de migración y apoyo a Ucrania. La CDU/CSU ha abogado por entregar misiles Taurus a Kiev, una medida que Scholz rechazó, lo que podría alinear más a Berlín con socios como Polonia y los países bálticos. Sin embargo, la fortaleza de la AfD y su discurso prorruso podría presionar internamente para moderar esa línea.
Económicamente, el próximo gobierno enfrentará el reto de revertir la recesión en un contexto de altos precios energéticos y tensiones comerciales globales. La reforma del "freno de deuda", una regla constitucional que limita el déficit, será un punto de fricción clave en cualquier coalición.
Las elecciones de 2025 han dejado a Alemania en un momento de transición. La victoria de la CDU/CSU ofrece estabilidad aparente, pero el auge de la extrema derecha y la fragmentación política sugieren un futuro incierto. Mientras Merz negocia el próximo gobierno, Europa y el mundo observan atentamente cómo la mayor economía del continente redefine su rumbo en tiempos de crisis.