El secreto del zarangollo: Sencillez que conquista paladares
El Zarangollo: Un clásico de la huerta murciana

El zarangollo es uno de los platos más emblemáticos de la Región de Murcia, una receta sencilla y humilde que encapsula la esencia de la cocina tradicional de la huerta. Este revuelto, compuesto principalmente por calabacín, cebolla y huevo, es un reflejo de la riqueza agrícola de la zona y de la habilidad de sus habitantes para transformar ingredientes básicos en un manjar lleno de sabor. A continuación, exploraremos su origen, sus variantes y te ofrecemos una receta detallada para que puedas prepararlo en casa.
Origen del Zarangollo
El zarangollo tiene sus raíces en la cocina campesina de Murcia, una región conocida por su fértil huerta y su clima mediterráneo, que favorece el cultivo de verduras frescas como el calabacín y la cebolla. Aunque no existe una fecha exacta que marque su origen, se cree que esta receta nació como un plato de aprovechamiento, típico de las zonas rurales donde los ingredientes de la tierra se combinaban con lo que había a mano, como los huevos de las gallinas del corral. Su nombre, "zarangollo", podría derivar de términos dialectales murcianos relacionados con la mezcla o el desorden, evocando la textura desestructurada del plato.
El zarangollo se popularizó especialmente en la capital, Murcia, y en los municipios cercanos a la huerta, donde los productos frescos eran abundantes. Con el tiempo, se convirtió en un símbolo de la identidad gastronómica regional, presente tanto en las mesas familiares como en bares y restaurantes como tapa o acompañamiento.
Variantes del Zarangollo
Aunque la receta básica del zarangollo se mantiene fiel a sus tres ingredientes principales "calabacín, cebolla y huevo", existen algunas variantes que reflejan la diversidad culinaria de Murcia y las preferencias locales:
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Zarangollo con patata: En algunos hogares, especialmente en zonas como Molina de Segura o Alcantarilla, se añade patata cortada en trozos pequeños o en láminas finas, lo que aporta una textura más contundente al plato.
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Zarangollo con pimientos: En ciertas variantes, sobre todo en el área de Lorca, se incorporan pimientos verdes o rojos para darle un toque de color y un sabor ligeramente más dulce o picante.
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Zarangollo sin huevo: Aunque menos común, en algunas versiones vegetarianas o más ligeras se omite el huevo, dejando que las verduras sean las protagonistas, cocinadas lentamente hasta caramelizarse.
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Zarangollo con bacalao: En época de Cuaresma o en zonas cercanas al Mar Menor, como San Pedro del Pinatar, se puede añadir bacalao desalado desmigado, fusionando la tradición huertana con influencias marineras.
Estas adaptaciones muestran cómo el zarangollo se ha moldeado a los gustos y recursos de cada rincón de la región, manteniendo siempre su esencia sencilla y sabrosa.
Receta Detallada del Zarangollo Murciano
A continuación, te presentamos una receta clásica para preparar un zarangollo tradicional, perfecto como entrante, tapa o acompañamiento. Esta versión respeta la fórmula original, destacando la calidad de los ingredientes frescos.
Ingredientes (para 4 personas):
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2 calabacines medianos (aproximadamente 500-600 g)
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2 cebollas grandes (unos 300 g)
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4 huevos grandes
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Aceite de oliva virgen extra (unos 100 ml, ajustable al gusto)
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Sal al gusto
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Pimienta negra (opcional)
Preparación:
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Preparar los ingredientes: Lava bien los calabacines y, sin pelarlos (la piel aporta sabor y textura), córtalos en rodajas finas o en dados pequeños, según prefieras. Pela las cebollas y córtalas en juliana fina para que se cocinen uniformemente.
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Pochar las verduras: Calienta una sartén amplia a fuego medio con un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. Añade primero la cebolla y una pizca de sal, y sofríela durante unos 10-15 minutos, removiendo ocasionalmente, hasta que esté tierna y translúcida. No debe dorarse demasiado, ya que el zarangollo busca una textura suave.
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Añadir el calabacín: Incorpora los calabacines a la sartén con la cebolla. Baja el fuego a medio-bajo y cocina durante 20-25 minutos, removiendo de vez en cuando. El calabacín soltará agua, lo que ayudará a que las verduras se cocinen en su propio jugo. El objetivo es que queden muy tiernas, casi deshechas, pero sin llegar a ser un puré. Ajusta la sal durante este paso.
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Batir y añadir los huevos: Mientras las verduras terminan de cocinarse, bate los huevos en un bol con una pizca de sal y, si lo deseas, un poco de pimienta negra. Cuando las verduras estén listas, sube ligeramente el fuego y vierte los huevos batidos sobre ellas. Remueve con suavidad para que se integren, formando un revuelto jugoso. Cocina solo unos 2-3 minutos, hasta que el huevo esté cuajado pero no seco.
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Servir: Retira del fuego y sirve el zarangollo caliente o tibio, según prefieras. Puedes acompañarlo con pan crujiente para mojar o presentarlo como guarnición de carnes o pescados.
Consejos:
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Usa calabacines jóvenes y tiernos para evitar semillas duras.
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El punto del huevo es personal: algunos prefieren el zarangollo más jugoso, mientras que otros lo cuajan completamente.
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Si sobra, está igual de bueno al día siguiente, recalentado o incluso frío.
El zarangollo es mucho más que un plato; es un pedazo de la historia y la cultura murciana, una muestra de cómo la simplicidad puede convertirse en arte culinario. Su versatilidad lo hace ideal para cualquier ocasión, desde una comida casera hasta una tapa en una terraza al sol. Anímate a prepararlo y descubre por qué este revuelto sigue conquistando paladares generación tras generación. ¡Buen provecho!