Las lluvias destapan el paradero del joven de Casas Nuevas desaparecido en 2018
Confirman que los restos humanos hallados en Sierra Espuña son de Alberto Hernández, desaparecido en 2018

Después de casi siete años de incertidumbre, la familia de Alberto Hernández, el joven de 30 años desaparecido el 4 de agosto de 2018 en la pedanía muleña de Casas Nuevas, ha recibido la confirmación que tanto anhelaba y temía a la vez. Los restos humanos hallados el pasado 7 de marzo en el paraje de la Piedra Lisa, en Sierra Espuña, pertenecen a Alberto, según han determinado las pruebas de ADN realizadas por el Instituto de Medicina Legal de Murcia. Este hallazgo pone fin a una búsqueda incansable que movilizó a cientos de voluntarios, fuerzas de seguridad y vecinos, pero también deja un sabor agridulce entre sus seres queridos, quienes ahora podrán despedirlo en paz.
El descubrimiento se produjo de forma fortuita gracias a las intensas lluvias que azotaron la Región de Murcia la semana pasada. Un vecino de Casas Nuevas, mientras exploraba una zona rocosa y escarpada de difícil acceso junto a su familia, encontró un cráneo y una vértebra humana parcialmente expuestos por el agua. “Subimos por una parte más alta porque el agua impedía el paso por abajo, y ahí los vimos. Pensé inmediatamente en Alberto”, relató el hombre, quien alertó de inmediato a la Guardia Civil. El hallazgo inicial del cráneo fue seguido por la localización del resto de la osamenta por parte del Grupo de Montaña de la Guardia Civil, en una zona más elevada del paraje.
Alberto Hernández, conocido por su rutina de pasear todas las tardes por los alrededores de Casas Nuevas, salió aquel 4 de agosto de 2018 como lo hacía habitualmente. Sin embargo, esa noche no regresó. Su desaparición desencadenó una búsqueda masiva en Sierra Espuña, un entorno que él conocía bien, pero que también es vasto y abrupto. Durante meses, voluntarios de Protección Civil, vecinos, amigos y familiares, liderados por su hermano Jerónimo Hernández, peinaron la zona siguiendo la última señal de su móvil, detectada a unos 4 kilómetros del pueblo. A pesar de los esfuerzos, no había rastro de él, y con el tiempo las batidas se redujeron, dejando a la familia en un limbo de esperanza y desesperación.
“Alberto estaba en el monte, donde se le vio por última vez y donde lo buscamos tantas veces”, expresó la familia en un comunicado difundido a través de la página de Facebook “Todos x Alberto”. “Hoy es un día feliz además de triste. Por fin podremos descansar después de duros años de lucha”. Jerónimo Hernández, hermano del fallecido y portavoz de la familia, explicó que los restos fueron encontrados en una zona “muy escarpada, donde nunca pensamos que Alberto pudiera haber subido caminando”. Entre los objetos hallados junto a los restos estaban su pantalón, su teléfono móvil y otros efectos personales, lo que facilitó la identificación preliminar antes de las pruebas genéticas.
Las lluvias recientes jugaron un papel crucial en el desenlace de este caso. Según fuentes cercanas a la investigación, el agua desplazó el cráneo desde un lugar más alto hasta una rambla visible, lo que permitió que fuera descubierto por el vecino. Posteriormente, los especialistas rastrearon la zona y encontraron el resto del cuerpo, mezclado con restos de animales, lo que sugiere que pudo haber sido arrastrado o afectado por la fauna local durante estos años. “Es una casualidad que las lluvias lo hicieran visible. Sin eso, quizá nunca lo habríamos encontrado”, lamentó Jerónimo.
La familia ha destacado la falta de recursos tecnológicos y humanos para búsquedas prolongadas como esta. “Alberto nunca se había movido de ahí, pero la zona dejó de mirarse por la escasez de medios”, indicaron en su comunicado. A pesar de ello, agradecieron profundamente a todos los que participaron en las batidas y difundieron la causa en redes sociales. “Gracias al azar y al destino, un vecino dio con una pista que nos ha llevado finalmente a su paradero”, añadieron.
Aunque el hallazgo cierra un capítulo doloroso, quedan interrogantes sobre cómo Alberto llegó a esa zona tan inaccesible y qué le ocurrió aquella tarde de verano. No era aficionado a la escalada ni solía aventurarse por terrenos peligrosos, lo que desconcierta a sus allegados. Por ahora, la familia ha pedido privacidad para despedirlo en la intimidad y comenzar a sanar tras años de incertidumbre.
Este caso, que conmocionó a la Región de Murcia, pone de relieve tanto la solidaridad de una comunidad como los límites de los recursos disponibles para resolver desapariciones en entornos naturales. Para la familia de Alberto, el descanso llega con un adiós definitivo, pero también con la certeza de que su memoria perdurará en quienes nunca dejaron de buscarlo.