Celsa tropieza con la misma piedra de la deuda
Francesc Rubiralta nunca ha mostrado mucha aversión al crédito mientras ha estado al frente de Celsa, la segunda mayor siderurgia española. Hace 17 años vivió en primera persona como el grupo empresarial familiar se partía en dos, después de que su tío José María se disgustara con su padre, Francisco, por la compra a sus espaldas de Fundia, una empresa finlandesa valorada en 123 millones de euros. El tío de Francesc se había opuesto a la operación al considerar que iba a representar un endeudamiento excesivo y acusaba de haber realizado la adquisición por su cuenta a su sobrino, que entonces contaba 28 años y había aterrizado en la compañía tras un periplo formativo por consultoras.
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