Con la apnea te encaras a la muerte y renaces en otra persona
MADRID, 6 Oct. (EUROPA PRESS) –
La apneísta española Isabel Sánchez-Arán, 12 veces campeona nacional en diferentes modalidades, explicó que esta disciplina es «adictiva» y explicó su «teoría» de que puede resultar como un «renacer» después de «encarar a la muerte», aunque también destacó la «satisfacción» que suponen los récords y superarte.
«Hay gente que defiende la teoría de que la apnea es como un renacer, lo que sientes al salir del agua y tomas esa primera bocanada, es como un ejercicio de juegas, te encaras a la muerte, es como si murieras y luego renacieras en otra persona», dijo la española en una entrevista a Europa Press con motivo del Campeonato Mundial de Apnea de Profundidad, que se celebra en Kalamata (Grecia), hasta el 13 de octubre.
La deportista española, de 40 años, ve la apnea –palabra griega que significa ‘sin respiración’– como «volar», sobre todo «el momento de la caída libre». «A mí me da miedo la velocidad y tirarme en paracaídas, y en el mar siento más control, como sensación de astronauta, sientes la presión que comprime tu cuerpo», relató.
«Esa es la parte que más me gusta. Estás ahí solo, a tanta profundidad, con tus miedos, contigo mismo… No hay nada que aparentar, nada que demostrar. Eres tú y ya está. Es como una sensación muy íntima», agregó sobre la bajada, la parte «más placentera» para ella, cuando «te dejas caer después de aletear los primeros 30 metros».
Sin embargo, sigue sintiendo miedo, algo que ve como un factor de protección. «Pasaba más miedo cuando bajaba 30 metros que ahora que bajo 90. Ahora, después de todos estos años, tengo mucha más conciencia de mi cuerpo, de mi deporte, de los sistemas de seguridad que implementa la organización. No es malo, sigo teniendo miedo, pero el miedo está ahí para protegernos. Si no tuviéramos miedo, seríamos unos inconscientes y hace ya tiempo que habría muerto», sostuvo.
«Lo que pasa es que hay que saber distinguir los miedos reales y los miedos fantasmas. Y los miedos reales hay que abordarlos, hacer un plan, evaluar cuál es la situación a la que me expongo. En la bajada tienes una especie de miedo a que no puedas subir. Pero yo tengo una capacidad de apnea por encima de lo habitual, por eso a mí no me pasa», celebró.
Aunque su mayor «preocupación», su «factor limitante, es la habilidad de compensar los oídos». «Yo si no bajo más es porque no consigo compensar mis oídos más allá de esa profundidad y ya me empiezan a doler», advirtió.
«Cuando subes, empieza la parte dura y a veces incluso experimento algo de narcosis (embotamiento de la sensibilidad), lo que llaman la borrachera de las profundidades. Es un fenómeno que se da debido a la acumulación de nitrógeno y cada persona lo experimenta de una manera distinta. Es un poco una alteración de la realidad», confesó.
En el caso de Sánchez-Aran, esta narcosis se representa en una pérdida de la concepción del tiempo y el espacio. «No sé si voy rápido o voy lenta, no sé si estoy haciendo mucho esfuerzo o demasiado poco y eso me pone insegura y me desorienta. Y es común que a veces te vengan malos pensamientos: ¿Y si no llego hoy? ¿Y si…? Hay subidas que agobian, porque ves que no llegas», dijo.
«Estoy convencida de que el factor mental ocupa un porcentaje muy alto en este deporte. La apnea estática, por ejemplo, no haces nada, a través de tu mente, de tu respiración, consigues optimizar los procesos de gestión del oxígeno para poder aguantar más tiempo. Hay modalidades un poco más mentales que otras, hay otras que son un poco más físicas», valoró la ilicitana.
LA BÚSQUEDA DE LOS RÉCORDS CONVIERTEN A LA APNEA EN «ADICTIVA»
Y la gasolina de la poseedora de 12 títulos de España en las modalidades de Peso Constante con Bialeta (CWTB), Inmersión Libre (FIM), Peso Constante Sin Aletas (CNF), Apnea Estática (STA), Dinámica con Bialeta (DYNB) y Dinámica Sin Aletas (DNF) es «luchar por superar los récords», «uno de los motivos por los que el apnea es adictiva».
«Es un deporte que vamos a ir escuchando más, la gente se aficiona, en parte, por esa adicción a querer superarte. Y cuando lo consigues es muy gratificante, te sientes como satisfecho contigo mismo. Además, desestresa, es una especie de meditación», expresó.
Aunque su incursión en este deporte fue «un camino de casualidades». «Yo era instructora de buceo con botella en 2015, en Chipre, y a través del buceo conocí la apnea. Y lo que en un principio me pareció imposible, cuando busqué información vi que era posible. Lo siguiente que me pareció es una actividad casi suicida. Y la empecé a practicar porque mi jefe me hizo ver que conocer unas técnicas básicas de apnea me podían mantener segura en el agua», recordó.
«Por ahí empecé y vi que me gustaba y que se me daba bien, que tenía cualidades. Entonces, medio de broma, mi jefe me apuntó a una competición y quedé tercera. Conocí a más deportistas y me empecé a juntas con ellos y mi jefe me fue dejando el camino libre para especializarme en la apnea. Me fui a Grecia, a una especie de centro de alto rendimiento para apneístas. Pero con la pandemia me volví a España y cree mi propia escuela», añadió.
Ahora tiene una rutina completa con entrenamiento técnico en piscina, de nado, además de sesiones para trabajar la compensación de los oídos, «que se pueden hacer tanto en el agua como en seco». «También tenemos sesiones de estiramientos y flexibilidad, tanto externa como interna, de los órganos internos, diafragma, musculatura respiratoria, etcétera», prosiguió.
Además, favorecen la meditación con «algunas sesiones», mientras que las apneas, no solo buscan la resistencia, sino que «pueden ir enfocadas a desarrollar la tolerancia a la hipoxia», es decir, bajar la saturación de oxígeno en sangre «a un porcentaje más bajo que la gente normal, sin perder el conocimiento».
Aunque el proceso de entrenamiento es «totalmente distinto» en función si es en el mar o en la piscina, «tanto a nivel de entrenamiento como psicológico». «En el mar hay un riesgo más importante, y a nivel psicológico te tienes que preparar para el miedo, para aceptar lo que pueda pasar», comentó.
«En la piscina, sin embargo, tienes que prepararte psicológicamente para el compromiso. Porque tienes la tentación de la superficie muy cerca. Te agobias en cualquier momento y dices ‘a la mierda, saco la cabeza y me voy’, y después te arrepientes», manifestó la deportista, «justilla» para este Mundial en Grecia, al que llega con el oído «irritado».