El asesinato de Haniya pone a Hamás contra las cuerdas
Ha sido la cara más visible y reconocible de Hamás durante más de una década. Ismail Haniya representaba, además, el cambio generacional dentro del liderazgo de la organización islamista. El asesinato del líder del Politburó de Hamás en Teherán ha supuesto un duro golpe para la organización, que pierde a uno de sus dirigentes más carismáticos. Pero no es la primera vez que Hamás se enfrenta a un golpe de esta magnitud.
Haniya asistía a la toma de posesión del nuevo presidente de Irán, Masoud Pezeshkian. Entre sus últimas imágenes se le puede ver al lado de sus socios más leales, como los líderes de los hutíes de Yemen, de la organización palestina Yihad Islámica o, incluso, el número dos de Hizbulá, Naím Qassem.
El asesinato ha sido, por tanto, en un lugar y en un contexto especial y manda dos mensajes. El primero, sobre Irán y su incapacidad para evitar un atentado de esta magnitud, incluso en un escenario de máxima seguridad como la toma de posesión de su presidente. El segundo, es para Hamás: Israel, que hasta ahora ni confirma ni desmiente su autoría, habría sido capaz de golpear a su liderazgo incluso en un territorio considerado hasta ahora seguro por la organización.
Abu Al Abd, el líder del ala moderada
Lo cierto es que el ataque ha acabado con uno de los líderes más importantes de la historia reciente de Hamás. Haniya, conocido también como Abu Al Abd, nació en 1962 en el campamento de refugiados de Al Shati, en la Franja de Gaza. Como tantos líderes de Hamás, era hijo de refugiados que huyeron tras la expulsión en la guerra de 1948. Su acercamiento al movimiento islamista palestino comenzó en la Universidad Islámica de Gaza, estructura que estaba dirigida por la institución social y asistencial Mujama Al Islamiya, fundada y organizada por el jeque Ahmed Yassin, y el germen de Hamás.
Su vinculación al movimiento islamista comenzó durante la primera Intifada en 1987, el mismo año que nació Hamás. Haniya fue ascendiendo lentamente en el organigrama local de Hamás en Gaza, siendo detenido en varias ocasiones. Pero su verdadero trampolín lo vivió en 1992. Un entonces joven líder intermedio fue uno de los más de 400 dirigentes de Hamás deportados al campamento de Marj Al Zuhour, en Líbano. Allí coincidió con los principales mandos del movimiento como Abdel Azizz Al Rantisi, Abdel Fatah Al Doukhan, Mahmud Al Zahar o Hassan Youssef.
Esa experiencia le permitió ganarse la confianza del máximo liderazgo de Hamás y fue ascendiendo en el organigrama: primero, decano de la Universidad Islámica y en 1997, tras la liberación del jeque Yassin, el jefe de su oficina. La estrecha relación que estableció con él le convirtió en uno los líderes más importantes de la segunda generación en Gaza y, tras la muerte del jeque, su ascenso fue fulgurante.
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Transcripción completa
but for the fact that the attack occurred on
Iranian soil.
Supreme Leader Ali Khamenei says
they will take revenge,
although the vice president assures
that they do not want an escalation.
Meanwhile, the United States trusts
in a diplomatic solution.
Although they insist.
From Lebanon,
Hezbollah sends condolences.
Yemen’s Houthis also condemn
the attack
and Türkiye accuses Netanyahu of
not wanting to achieve peace.
Along the same lines, China and Russia.
Moscow points out that whoever is behind
the attack knew
it would have consequences.
Qatar, a mediator in the
Gaza war,
accuses Israel of generating chaos in the Middle
East.
But there are also countries,
like
Australia, that remember that Hamas
is a terrorist organization.
Although they do not hide their
concern about a regional escalation,
which means the death
of many innocent lives.
Frente a otros líderes que provenían del brazo armado, como Yahya Sinwar o Mohammed Deif —actual jefe de las Brigadas Al Qassam—, Haniya estaba considerado el principal representante del ala más pragmática y política. En 2006 se convirtió en el primer ministro del Gobierno de Unidad, hasta que Mahmud Abás le destituyó tras el asalto de Hamás al Gobierno de Gaza.
Desde entonces y hasta 2017, fue el máximo gobernante de la Franja. Pero ese año dio el salto a uno de los puestos de mayor poder interno: jefe del Politburó de Hamás, una de las estructuras de mayor poder en la organización. Sustituía a otro líder pragmático, Khaled Meshal, y desde entonces ejerció su cargo con mucha exposición pública y una gran actividad diplomática.
El liderazgo en Hamás
Desde sus orígenes más remotos, Hamás fue construida con la intención de que el movimiento pudiera sobrevivir a la muerte o detención de sus líderes más importantes. Su estructura de mando y toma de decisiones, de modelo horizontal y que huye de un liderazgo personalista, está pensado para ello. Y a lo largo de su historia, Hamás se ha enfrentado a no pocas crisis existenciales.
En 1989, una oleada represiva de Israel encarceló a la mayor parte de su liderazgo, no solo el de máximo nivel, sino también líderes intermedios y locales. La organización quedó prácticamente colapsada. Aquella fue, quizás, la mayor crisis del movimiento hasta ahora, pero uno de sus líderes en el exilio, Mussa Abu Marzouk, consiguió reestructurarla.
Años después, en 1992 Israel deportó a la mayor parte de sus líderes al campamento de Marj Al Zuhour, en Líbano, con la esperanza de romper su cadena de mando. Aquello terminó reforzando a la organización, que modernizó sus estructuras y fortaleció sus alianzas con organizaciones regionales, como Hizbulá, o con potencias como Irán.
Hamás también ha sobrevivido a la eliminación de sus líderes. En 2004, el jeque Yassin, el líder más importante y carismático de su historia, fue asesinado. En menos de un mes, Israel también mató a su sucesor, Abdel Azziz Al Rantisi. Y en 2002 asesinaron al fundador y organizador del brazo armado, Salah Sehadeh. Este mismo año también ha matado a otro de sus dirigentes más influyentes, Salah Al Arouri.
La gran diferencia entre esos casos y el actual es, quizá, el contexto. Entonces Hamás seguía contando con toda su infraestructura social y económica prácticamente intacta. La organización seguía funcionando pese a que sus líderes desaparecieran. La reciente invasión israelí y sus consecuencias hacen que ese escenario hoy no se dé, ya que la mayoría de sus infraestructuras de Hamás en Gaza están destruidas y su cadena de mando local seriamente dañada.
La muerte de Haniya es un golpe de efecto importante en este contexto, pero aún quedan líderes que puedan tomar el testigo. Desde aquellos que ya ocuparon el cargo de jefe del Politburó en el pasado, como Khaled Meshal o Mussa Abu Marzouk, hasta dirigentes históricos de la primera generación, como Mahmud Al Zahar. El asesinato del líder islamista debilita, también, al ala más pragmática de Hamás y da poder interno a halcones como Yahya Sinwar o Mohammed Deif, los probables cerebros del atentado terrorista del 7 de octubre.