El espectacular viaje en tren a la estación más alta de Europa
Ubicada en el centro de Suiza está la región de Jungfrau y entre naturaleza en estado puro y pueblos de postal con coquetas casitas de madera espera al visitante el Jungfraujoch, un complejo ubicado en uno de los grandes macizos de la zona -el Jungfrau– creado, en 1893, por Adolf Guyer-Zeller, un empresario suizo que fue tachado de loco por su idea de llevar el tren hasta la cima de esta imponente montaña. Pero, nada más lejos de la realidad pues su proyecto resultó ser bastante sólido y viable a diferencia de otras opciones presentadas y en 1986 se iniciaron las obras del ferrocarril convirtiendo esta estación en la más alta del continente.
La subida al ‘techo ferroviario’ de Europa es uno de los grandes atractivos de este destino y no es para menos. El punto de partida de este trayecto casi cinematográfico para llegar lo más rápido posible a Jungfraujoch es la estación de Grindelwald, una de las más modernas del país, que cuenta con el centro comercial más nuevo de la región donde uno puede encontrar desde souvenirs para regalar, hasta ropa deportiva por si no se ha ido provisto de todo lo necesario. Desde este punto parte con destino a la estación de Eigergletscher, ubicada frente al glaciar del Mönch, el que es uno de los funiculares más modernos del mundo, el Eiger Express, el cual ahorra hasta 47 minutos de subida.
Inaugurado en 2020, cuenta con tecnología tricable y hasta 44 modernas cabinas. Cada una de ellas dispone de 26 asientos calefactables, cristales con calefacción que evitan que se empañen para que los pasajeros puedan disfrutar en todo momento de las espectaculares vistas a la cara norte del imponente pico Eiger –cumbre más temida por los escaladores por su dificultad y su historial de accidentes–, wifi y pantallas de información para hacer más productivo y ameno el trayecto que dura 15 minutos.
El último tramo de esta ruta es el que recorre el tren cremallera de 1912, el cual atraviesa las montañas Eiger y Mönch gracias a un túnel helicoidal de 7 kilómetros construido entre 1896 y 1912. El recorrido completo es de unos 9 kilómetros y salva un desnivel de casi 1.400 metros con fuertes pendientes. Dentro de este túnel se realizan dos paradas previas a la cima, el Mar de Hielo ‘Eissmeer’, y la Pared Norte del Eiger, ‘Eigernordband’, con grandes ventanas panorámicas.
Una vez se llega al ‘Top of Europe’, se puede admirar las increíbles vistas desde el observatorio Sphinx –al que se accede por un ascensor que asciende 108 metros en 25 segundos–, desde donde se puede ver todo un mundo alpino de hielo, nieve y roca que rodea al glaciar Aletsch, el único alpino declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco y el más grande de los Alpes con casi 24 kilómetros. Ojo porque en los días más claros se pueden ver hasta la Selva Negra. Otros de los grandes atractivos de este rincón suizo son el Palacio del Hielo, donde se encuentran diferentes esculturas talladas a la perfección, un pasillo de 250 metros en el que se explica a través de murales cómo se construyó el túnel, el Jungfrau Panorama, una proyección en 360 grados que muestra diferentes imágenes de la zona y que puede ser una buena alternativa si se sube en un día en el que el tiempo no acompaña, un restaurante para degustar las especialidades locales y el Snow Fun Park, el lugar ideal para los amantes de los deportes de invierno. Curioso es que aquí también se encuentra la oficina de correos a mayor altitud de Europa con código postal propio (3801).
Además, se puede optar por dar un paseo hasta el refugio Mönchsjoch a través de un camino preparado en un recorrido de una hora y media más o menos.