El legado de Josep Borrell como Alto Representante de la UE
El político catalán Josep Borrell ha pasado de forma oficial el testigo a la ex primera ministra de Estonia Kaja Kallas, quien se convierte este domingo en la nueva Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Borrell dice adiós a cinco años como jefe de la diplomacia europea, un lustro en el que ha tenido que lidiar con la guerra en Ucrania, que ha traído de nuevo a Europa un conflicto de grandes dimensiones, así como con el de Oriente Próximo.
A pesar de que gran parte de su vida profesional ha estado relacionada con asuntos internacionales, Borrell también cuenta con una muy relevante trayectoria a nivel nacional: ha sido ministro de Asuntos Exteriores, de Obras Públicas e incluso fue elegido candidato a presidente del Gobierno por el PSOE, aunque no llegó a serlo, ya que dimitió antes de que se celebraran las elecciones.
«Es un político que ha ocupado muchos puestos y en todos ellos ha dejado un legado«, afirma a RTVE.es el investigador del Real Instituto Elcano (RIE) Ignacio Molina.
Borrell, nieto e hijo de unos humildes panaderos, se crio en La Pobla de Segur. Su abuelo paterno emigró hasta Argentina y regresó a España cuando el padre del político tenía solo ocho años.
Estudió Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y se doctoró en Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Además, Borrell cuenta con un máster en Investigación Operativa por la Universidad de Stanford en California y otro en Economía de la Energía por el Instituto Francés del Petróleo (IFP) en París. Estos dos estudios los pudo realizar gracias a las becas de la Fundación Juan March y el Programa Fulbright.
Nada más terminar sus estudios en Madrid, Borrell vivió en el verano de 1969 la experiencia de un campamento de verano en un kibutz judío en Israel.
Josep Borrell, un socialista acérrimo que a menudo ha frustrado a los diplomáticos por salirse del guion y expresar sus puntos de vista -que en ocasiones no compartían los Veintisiete-, es visto por la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, -quien es también su mujer- como «una persona que pelea por las cosas en las que cree, incluso a costa de que eso le genere conflictos».
«Al margen de tener una capacidad de trabajo impresionante -que ha llegado hasta los 77 años trabajando- una de sus principales cualidades es la coherencia, una cualidad que me parece fundamental en la política», asegura a RTVE.es Narbona, quien destaca también la «gran capacidad pedagógica» de Borrell.
Además, personas de su entorno profesional le califican como «una persona extremadamente concienzuda». «Es muy exigente, para empezar con él mismo, una persona con una gran preparación intelectual y que siempre se está retando. Es la persona con más capacidad de trabajo que yo he conocido nunca, con una vocación de servicio muy clara y con una idea del país y del mundo en la cabeza muy definida», comenta a RTVE.es una fuente cercana al político.
«Es una persona muy observadora, que está dispuesta a dejarse asesorar y que escucha mucho», afirma esta fuente, aunque subraya que «probablemente también es una persona con una tolerancia a la frustración mejorable«. «Es bastante impaciente y puede ser cercano en un momento dado y no tan cercano en otros», añade.
Aspiración frustrada al liderazgo del PSOE
Borrell no inició su carrera política hasta 1979, cuando fue elegido concejal por Majadahonda y designado diputado y responsable del Área de Hacienda en la Diputación de Madrid. Solo tres años después se convirtió en el secretario general del Presupuesto y el Gasto Público en el Ministerio de Hacienda.
Desde 1984 se encargó de la Secretaría de Estado de Hacienda en el Gobierno del socialista Felipe González, un cargo que ocupó durante siete años en los que su oficina llevó a cabo investigaciones contra personajes públicos como Lola Flores, Marujita Díaz o Pedro Ruiz. Estas investigaciones tuvieron una gran repercusión social que despertó gestos de antipatía hacia el entonces secretario de Estado.
«Fue la época en la que se hizo famoso porque saltó la persecución entre comillas a Lola Flores y, aunque no lo creas, él no sabía ni quién era ella. Aquello saltó en un barrido que se hizo y apareció el nombre de nuestra cantaora nacional. Fue una sorpresa para él que le hizo estar en los medios por una cuestión un tanto superficial«, comenta Narbona, quien asegura que durante su etapa como secretario de Estado de Hacienda Borrel hizo «una de sus mayores contribuciones a la democracia«. «Fue la época en la que se incorporaron las exigencias desde el punto de vista de la fiscalidad, se construyó el sistema fiscal, la Agencia Tributaria. Él tuvo un papel de divulgación muy intenso», añade.
Desde 1986 ocupó su escaño como diputado por Barcelona en el Congreso y cinco años después fue designado ministro de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente.
Después de que Felipe González abandonara la secretaría general del PSOE tras 23 años, en 1997, Borrell ganó contra todo pronóstico las primarias de la formación celebradas en 1998 y fue elegido candidato del partido a la Presidencia del Gobierno.
Sin embargo, la alegría por su victoria duró solo 13 meses. La investigación a José María Huguet y Ernesto Aguiar, dos de sus excolaboradores en la Secretaría de Estado de Hacienda, por fraude fiscal, tumbó a Borrell como candidato. Fue Joaquín Almunia, a quien Felipe González había mostrado su apoyo, quien heredó la cabeza de cartel.
«Fue una etapa que generó muchísima ilusión al país y que, lamentablemente, terminó de una forma bastante triste para él«, indica la presidenta del PSOE. «Esa es quizá la etapa en la que (Borrell) se hizo más conocido para la militancia del partido, porque se recorrió España entera«, afirma.
Borrell: catalán, español y europeo
Su vínculo con la Unión Europea comenzó en 1999, cuando fue elegido presidente de la Comisión Mixta Congreso-Senado para la UE. A principios de 2002, fue nombrado representante del Parlamento español en la Convención Europea de 2004, donde se debatiría sobre el futuro del bloque comunitario.
Además, en 2004, fue cabeza de lista del Partido Socialista para las elecciones europeas y, ese mismo año, fue elegido presidente del Parlamento Europeo -con 388 votos, frente a los 208 del polaco Bronislaw Geremek y 51 del francés Francis Wurtz-, cargo que ostentaría hasta enero de 2007. De esta forma, Borrell se convirtió en el tercer español en presidir el Parlamento Europeo, después de Enrique Barón y José María Gil-Robles.
Tras un mandato de cinco años y más tarde un paréntesis de poca visibilidad pública, Borrell recuperó la presencia mediática a finales de 2017, en unos momentos de alta tensión política en España tras la declaración de independencia unilateral en Cataluña y la respuesta de aquellos contrarios al secesionismo que más tarde salieron a las calles a manifestarse. En ese momento, el político catalán se convirtió en una de las voces del PSC más críticas con el proceso independentista.
«Esta es nuestra estelada. Tiene las estrellas de la paz, de la convivencia y del derecho. Eso es lo que representa Europa», afirmó Borrell con una bandera de la Unión Europea en su mano ante cientos de miles de personas que acudieron a un acto de Societat Civil Catalana en Barcelona para responder al desafío independentista en Cataluña. «No me gustaría exagerar, pero vivimos momentos casi dramáticos de la historia de este país», advirtió.
El director de la Fundación Alternativas y ex secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, señala a RTVE.es que a Borrell «se le ha visto como una persona combativa contra el independentismo». «Ha sido nítidamente contrario. Por su parte, no ha habido ningún tipo de concesión, sino que ha sido muy firme, muy claro en este asunto. Ha tomado esa posición y a veces no ha sido compartida por otros, pero ha sido una imagen muy clara, sin confusión alguna», añade.
Borrell regresó a la primera línea de la política nacional cuando Pedro Sánchez le nombró ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. «Fue un ministro de Exteriores muy político, en el mejor sentido de la palabra, con ambición. (…) Tenía un bagaje muy grande y en el tiempo que fue ministro de Exteriores le imprimió a la política exterior española una gran ambición política, la idea de cómo España tiene que ser una potencia media y muy europeísta y tomarse eso en serio», comenta Molina.
El investigador del RIE destaca que su paso por la cartera de Exteriores coincidió con el fin del proceso independentista catalán, un momento en el que «había un frente internacional de la parte del independentismo catalán que era importante». «Él era un sentirse catalán, español, europeo. No pensaba que eso fuera incompatible. Representó ante el mundo esa idea de que no es que los catalanes se quieran independizar, que había un conflicto, que había una parte de Cataluña -que ni siquiera llegaba a la mitad- que tenía esa pretensión independentista, pero que Cataluña era mucho más plural», subraya.
Sucesor de Mogherini y poca sintonía con Von der Leyen
El PSOE ganó las elecciones europeas en 2019, con Borrell de abanderado, y los socialistas españoles se convirtieron en el primer partido del grupo parlamentario del PSE, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D).
Ese mismo año, el Consejo Europeo designó a Borrell para suceder a la italiana Federica Mogherini como Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, un cargo por el que tomó posesión hace exactamente cinco años y que conlleva una de las vicepresidencias de la Comisión Europea.
«Muchos analistas de Europa central y del este -pero también en Alemania o en Francia- dijeron que Borrell era una persona muy española, que no era sensible a lo que significa Rusia», indica Molina. «Esta crítica fue muy clara al principio y se ha mantenido en estos cinco años, aunque ahora es muy difícil seguir diciendo que Borrell no ha tenido una posición de firmeza frente al ataque de Rusia contra Ucrania que se produjo durante su mandato», recalca.
El investigador del Real Instituto Elcano, quien señala que el mandato de Borrell «no acaba con grandes éxitos porque han sido cinco años muy antipáticos para la idea europea«, defiende que el legado que deja «es netamente positivo». «Borrell ha sabido -por un lado- ser firme con Rusia, pero también defender durante sus cinco años la importancia de prestar atención a América Latina como una parte del mundo que, sin ser Occidente exactamente, sí comparten nuestros valores», indica Molina.
Asimismo, el experto asegura que durante su mandato, su relación con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, «ha sido mala». «No ha sido realmente un vicepresidente de la Comisión, ha sido más bien un presidente de los ministros de Exteriores, un ‘chair’, no preside a los ministros de Exteriores, pero les coordina y se ha centrado más en ese papel«, asevera.
Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas Andrea Betti, el «mérito principal» de Borrell es «el intento de dar un giro geopolítico a la Unión Europea y, sobre todo, a la Comisión Europea, más capaz de navegar en las tensiones y en la geopolítica internacional actual, caracterizada cada vez más por el retorno de la política de potencias y por políticas más unilaterales, menos cooperativas, más proteccionistas».
Firmeza en el apoyo a Ucrania y crítico con Israel
Borrell deja atrás cinco años en los que se ha alterado el tablero geopolítico mundial. En febrero de 2022, Rusia inició la invasión de Ucrania y desde entonces Borrell se ha encargado de coordinar la estrategia de respuesta civil y militar de los estados miembros de la Unión Europea.
«Su discurso ha sido siempre muy consistente sobre Ucrania. Si la Unión Europea ha podido conseguir algo en este sentido, se debe a su coherencia», asegura Betti. «Su compromiso en la defensa europea de Ucrania ha sido siempre muy firme, no se ha tambaleado nunca. Borrell es un hombre acostumbrado a la negociación y a la diplomacia, pero no le ha temblado el pulso a la hora de avanzar medidas de sanción en contra de Rusia y en un discurso político siempre muy leal a los compromisos pro Ucrania», añade.
Además, en octubre de 2023, Israel lanzó una ofensiva por tierra, mar y aire sobre la Franja de Gaza después de que Hamás llevara a cabo un ataque en el que mató a unas 1.200 personas. Desde entonces, más de 44.000 ciudadanos han muerto en este territorio palestino.
Borrell ha sido muy crítico de Israel y ha trabajado para dejar su huella al final de su mandato. Antes de la celebración de su última reunión de ministros de Exteriores, Borrell propuso a los países de la UE que suspendieran el diálogo con Israel, citando las presuntas violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional por el Ejército israelí en Gaza, una propuesta que no ha logrado que saliera adelante.
«Ha sido una persona que sí que ha mantenido la llama de la autoridad moral de decir que criticamos a Rusia por las barbaridades que está haciendo en Ucrania y también hay que criticar la desproporcionada respuesta de Israel, y se ha ganado muchas críticas del Gobierno israelí», señala Molina. «Tiene ese respeto», recalca.
Por su parte, el investigador sénior del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona (CIDOB) Pol Bargués, destaca que durante su mandato, Borrell «ha tratado de equilibrar la respuesta de la Unión Europea a los dos conflictos». «Aquí ha sido controvertido, pero a la vez se tiene que aplaudir esa valentía hasta el final. Esto ha sido en beneficio de una mayor coherencia en política exterior porque la Unión Europea estaba siendo muy dura con la invasión rusa a Ucrania y, en cambio, incapaz de denunciar, de criticar a Israel, que no ha respondido con moderación -sino todo lo contrario- a los ataques del 7 de octubre», opina. «Ahí Borrell ha tenido liderazgo para querer equilibrar«, asevera.