España crecerá un 1% en 2023
La mejora se debe a las ayudas fiscales que se han activado y a los aún asumibles costes financieros, según ha detallado el director de análisis macroeconómico y financiero de Mapfre Economics, de Cadenas-Santiago. De cara a 2024, las proyecciones apuntan a un repunte económico del 2,1%. No obstante, pese a estas previsiones, la perspectiva es que el Banco Central Europeo (BCE) siga endureciendo la política monetaria, «lo que podría acarrear una reducción del consumo por pérdida de poder adquisitivo y la contracción del crédito», señala el informe Panorama Económico y Sectorial 2023.
En efecto, según los analistas de la aseguradora, “ a finales del año 2022, la economía global mostraba ciertos signos de relativo optimismo. Por el lado de la oferta, la mejora en el funcionamiento de las cadenas de suministro consolidaba la senda hacia la recuperación y, por el lado de la demanda, a pesar de estar ante una etapa de moderación vinculada al efecto de la restricción monetaria, la pérdida de poder adquisitivo real de los salarios, el progresivo agotamiento del ahorro acumulado y el deterioro en el canal de confianza de consumidores que se ubicaba en terreno ampliamente deprimido, se percibía un aspecto positivo enmarcado por la robustez del empleo. En este contexto, los bancos centrales mostraron una dinámica de transición de su postura monetaria, con cierta sobrerreacción durante la segunda mitad del año, frente a la inacción que mantuvieron a comienzos de 2022.
Respecto a la política fiscal, se comenzó a vislumbrar una dinámica de mayor neutralidad, ante la adaptación a un entorno en el que el apoyo de los bancos centrales se desvanecía y se daba paso a vías de financiamiento a precios de mercado más sensibles a sendas de sostenibilidad verosímiles con el binomio deuda-déficit. En cuanto al 2023, se prevé un crecimiento moderado de la economía global, así como una inflación aún elevada que podría presentar ciertos efectos de segunda ronda. Por el lado de la oferta, se espera que las cadenas de suministro continúen retomando la normalidad, gracias a factores como una progresiva relajación en los precios de las materias primas, el relevo de la demanda de servicios sobre bienes que irá drenando el desequilibrio y una menor presión energética, entre otros. Y, por el de la demanda, se anticipa una desaceleración suave que desvanezca ciertos desequilibrios aún latentes, y ligeramente contractiva en términos de empleo. En general, la economía global enfrenta los efectos de una política monetaria restrictiva, con unas curvas de tipos de interés que muestran una pendiente de rendimientos cada vez más invertida, reflejando discrepancias de seguridad entre plazos y una calidad crediticia constante, y que denotan una señal adelantada y ampliamente aceptada de recesión. Se prevé que el endurecimiento monetario continuará gravitando en los primeros meses del año 2023 en torno a las preocupaciones de inflación, y que durante la segunda mitad del año mantendrá una postura menos dura y compatible con la estabilidad financiera, con la esperanza de que se vaya revirtiendo cierto grado de endurecimiento hacia un estado de neutralidad monetaria más amplio.
La política fiscal, por su parte, continuará alineándose con la política monetaria, acompasando con medidas más selectivas y limitando su impulso en términos generales. Por lo que se refiere a la gobernanza y crisis geopolíticas, se presentan varios retos para lograr la estabilidad global, como son: el conflicto en Ucrania, con el que las relaciones comerciales no parece que puedan volver rápidamente a la normalidad previa al conflicto, las nuevas rondas de sanciones a Rusia que, aunque efectivas, pueden dar resultados parcialmente no deseados en términos de gestión de medios de pago (contra el dólar) y de una reestructuración de canales comerciales globales, la gobernanza de la Unión Europea que se sitúa ante una difícil vuelta hacia la disciplina fiscal en 2023, la cual se suma a la retirada de compras de activos financieros por parte del Banco Central Europeo en un contexto de menor crecimiento, la situación en Estados Unidos ante unas elecciones difíciles de gestionar, que dificultarán la aprobación de nuevas medidas fiscales y de cooperación trasatlántica y, un entorno en América Latina donde la victoria de Luiz I. Lula da Silva en Brasil afianza la presencia de gobiernos de izquierda en la región, así como el escrutinio de las cuentas públicas por parte de los mercados ante el riesgo de una política fiscal no balanceada.
Por otro lado, la deuda global volvió a descender en el tercer trimestre de 2022, representando el 343% con relación al PIB y en torno a 22 puntos porcentuales por debajo de su máximo de 2021. En el caso de los mercados desarrollados, se produjo una disminución liderada por la deuda de los gobiernos y los hogares, mientras que en los mercados emergentes tuvo lugar un nuevo incremento por el mayor endeudamiento de las empresas financieras y, en menor medida, por las no financieras, destacando como obstáculo la fuerte depreciación acumulada de las monedas en su comparativa frente al dólar.
Desde el punto de vista de las previsiones, el escenario base considerado en este informe sitúa el crecimiento global en un 3,5% en 2022, desacelerándose al 2,0% en 2023. Es un escenario a corto y medio plazo de estanflación, aunque de menor impacto que en eventos anteriores, que sería seguido de un periodo de recuperación de baja intensidad. En cuanto a la política fiscal, se espera una senda de menor expansión de forma amplia y generalizada que se aproxime gradualmente al terreno neutral. La política monetaria, por su parte, elevaría los tipos terminales de interés a raíz del mayor sesgo de endurecimiento revelado por los principales bancos centrales durante el primer semestre de 2023. Asimismo, en el terreno geopolítico, se prevé que el conflicto en Ucrania continúe al menos hasta el primer trimestre de 2023, con una desescalada gradual que iría avanzando lentamente. Esto, sumado al debilitamiento de la demanda global, llevaría a una presión a la baja sobre los precios de las materias primas, aunque se estabilizarían en un grado superior a los niveles de largo plazo.
Por otra parte, en el escenario estresado analizado se prevé un crecimiento global en 2023 en torno al 1,2% (tras el 3,5% alcanzado en 2022). En este escenario alternativo de riesgo, se observa una caída de la demanda global más abrupta de lo anticipado, con presiones inflacionarias más intensas y duraderas, una política fiscal que permanece expansiva y una política monetaria contrapuesta y más agresiva. En este escenario, las economías desarrolladas no tendrían un aterrizaje suave y la erosión permanente del poder adquisitivo conllevaría a una contracción del consumo no compensada por una nueva ronda de expansión fiscal. Las economías emergentes, por su parte, se verían beneficiadas por un ciclo de materias primas con precios altos, pero no podrían evitar el deterioro en los niveles de actividad económica ante el debilitamiento de la demanda exterior, con un intercambio menor a precios elevados, pero insuficientes.
Panorama sectorial
Las estimaciones para 2023 apuntan a una desaceleración económica global, con un riesgo geopolítico elevado y con algunas de las principales economías enfrentando una posible recesión que, en principio, se estima sería suave; entorno que continúa planteando un panorama complicado para el negocio y la rentabilidad del sector asegurador en este año. Los bancos centrales de las principales economías desarrolladas han anunciado que continuarán endureciendo su política monetaria en su lucha contra la inflación, aunque a un ritmo menor tras la mejoría de algunos indicadores, manteniendo, no obstante, unas condiciones financieras restrictivas en un entorno acostumbrado a elevados niveles de endeudamiento por parte de todos los agentes económicos, tipos de interés bajos y elevada liquidez, lo que supondrá un freno para la demanda agregada y del negocio asegurador.
En aquellos mercados emergentes que reaccionaron antes al fuerte repunte de la inflación (como es el caso de Brasil o México), se están viendo caídas más pronunciadas en sus tasas de inflación y se encuentran ya en una fase en la que sus economías están acusando en mayor medida la ralentización económica provocada por el endurecimiento de las condiciones de financiación. De esta forma, sus respectivos mercados aseguradores se enfrentan a un año 2023 con mayores dificultades para el desarrollo del negocio, tras un 2022 en el que la economía y el negocio asegurador se comportaron mejor de lo inicialmente previsto.
Otros países como Argentina o Turquía continúan en un escenario de alta inflación y tipos de interés reales profundamente negativos, dos factores que hacen que la gestión del negocio asegurador resulte especialmente compleja. En el sector del automóvil, el problema de la escasez de semiconductores, así como de otros componentes ha mejorado, aunque todavía no se ha normalizado por completo, y se enfrenta ahora al endurecimiento de las condiciones para la financiación de la adquisición de nuevos vehículos, por lo que el panorama para el negocio y rentabilidad de los seguros de autos continúa complicado. Los seguros de salud, por su parte, presentan un panorama positivo en cuanto a su volumen de negocio por la aversión al riesgo sanitario provocado por la pandemia y la mayor concienciación de la necesidad de complementar la cobertura que ofrecen los sistemas sanitarios públicos, aunque su rentabilidad se enfrenta a un reto significativo por la presión al alza en el coste de la cobertura sanitaria a consecuencia de los efectos de segunda ronda que está provocando el proceso inflacionista.
En el lado positivo, el entorno de tipos de interés más elevados (una vez absorbido el impacto negativo sobre los balances de las entidades aseguradoras) y una inflación a la baja, pueden ayudar a compensar en 2023 la pérdida de rentabilidad sufrida por el sector asegurador en el año previo, y constituyen un estímulo para el negocio de los seguros de Vida vinculados al ahorro, los cuales seguirán beneficiándose en este año del entorno favorable de tipos de interés. Por otro lado, tras un año 2022 en el que se han producido grandes correcciones en las principales categorías de activos en los que invierten las entidades aseguradoras, 2023 plantea un panorama en el que podrían surgir oportunidades, no solo en los productos más conservadores con garantías de tipos de interés, sino también en productos en los que el tomador asume el riesgo de la inversión, dependiendo de la evolución de la inflación y de la reacción de los bancos centrales ante los nuevos datos, existiendo gran incertidumbre sobre el momento en el que relajarán las condiciones financieras restrictivas, lo que han anunciado no sucederá mientras la inflación no se acerque de forma clara a sus objetivos de política monetaria.
En definitiva, aunque la incertidumbre y la volatilidad en los mercados financieros continúa elevada, el fuerte ajuste que han sufrido hace prever que el principal problema al que se enfrentarán los mercados aseguradores en este año sea el efecto de las condiciones financieras restrictivas sobre los agentes económicos (gobiernos, hogares y empresas) y, por tanto, sobre la economía real bajo la forma de menores crecimientos, con unos mercados laborales que continúan fuertes pero que acusarán el nuevo escenario que plantea la inflación, las subidas de tipos de interés y la retirada de los estímulos monetarios. Los bancos centrales entran en una nueva fase en la que las posibles subidas de tipos serán más suaves, con el objetivo de mantener una política monetaria restrictiva hasta que existan síntomas claros de que la inflación está controlada, lejos todavía de pivotar hacia una política monetaria acomodaticia que estimule el crecimiento y la demanda agregada en la economía.
Calviño descarta efectos de segunda ronda por los precios
Calviño, ha asegurado que en España no «hay ningún indicador» que arroje efectos de segunda ronda derivados del aumento de la inflación e insiste en la creación de un marco regulatorio para abordar las subidas de los salarios. En este sentido, la vicepresidenta primera del Gobierno ha avanzado que seguirán trabajando con los agentes sociales para lograr un pacto de rentas.
En su intervención en el ‘Spain Investors Day’, Calviño ha puesto en valor el paquete de para mitigar el alza de precios, que no han impedido «cumplir» con los objetivos de déficit y deuda en 2022. A este respecto, ha puesto en valor la moderación del IPC en diciembre, hasta el 5,8%, aunque la subyacente (que excluye energía y alimentos) se ha colocado un punto por encima. «España sigue teniendo el acceso privilegiado a los mercados financieros», ha remarcado. El Tesoro Público ha anunciado este martes que mantendrá las emisiones de deuda neta en 70.000 millones.
Calviño ha sacado pecho de la nueva Ley de Startups y de la normativa Crea y Crece, en el marco de las reformas regulatorias llevadas a cabo dentro del Plan de Recuperación, cuyo «máximo» impacto en la economía se notará entre los ejercicios 2023-2025. «Los fondos europeos nos permite recuperar el PIB, el empleo, la inversión pública y privada», ha añadido.
La ministra ha admitido que la invasión rusa de Ucrania se llevó por delante los planes de recuperación previstos, dando paso a un escenario de incertidumbre, crisis energética e inflación. Así ha reconocido que este año se producirá una moderación del crecimiento, en línea con la incertidumbre actual. Desde Moncloa estiman que el PIB crecerá un 2,1%, este año, por encima del 1% que proyecta la Comisión Europea. También ha aprovechado su discurso ante los inversores para recordar que España habrá crecido más de un 5% en 2022 tras los últimos ajustes del Instituto Nacional de Estadística (INE), después de que el PIB avanzara un 5,5% en 2021. «El contexto es inestable, pero, por el momento, la economía española es resiliente, hay un numero de fortalezas que apoyarán la creación de empleo».
El número de afiliados a la Seguridad Social ha cerrado diciembre con un registro récord de 20,1 millones de personas, una cifra que la ministra atribuye a la reforma laboral y que empuja a España hacia una «rápida convergencia» con la tasa media de empleados temporales de la Unión Europea. «España se mantiene en un contexto de crecimiento por el mercado laboral, la inversión extranjera y los fondos europeos».
La economía de Reino Unido, en apuros
Crédito y Caución prevé que el PIB de Reino Unido se contraiga un -0,7% en 2023, lo que supone una revisión a la baja de dos puntos porcentuales respecto a las previsiones de hace seis meses.
Las restricciones estructurales de la oferta, los limitados estímulos fiscales y las perturbaciones comerciales posteriores al Brexit están exacerbando el impacto negativo de la guerra en Ucrania sobre los precios de la energía, la confianza de los consumidores y las cadenas de suministro de las empresas. A diferencia de la recesión relativamente breve prevista para Estados Unidos, la de Reino Unido tendrá una base más profunda. La aseguradora de crédito no espera que el país alcance su nivel de PIB anterior a la pandemia hasta 2025 y prevé que la débil recuperación no se afiance hasta 2024, con una previsión de crecimiento del 1,8%.
La inflación alcanzó en 2022 sus tasas más elevadas desde 1981. A la subida de los precios de los alimentos y al aumento de los costes de importación debido a la debilidad de la libra esterlina se han sumado la evolución a doble y triple dígito de los precios de la electricidad y el gas. Los salarios no han conseguido seguir el ritmo de la inflación, lastrando el poder adquisitivo de los británicos. Hay indicios de que el mercado laboral ha superado su nivel máximo de rigidez, lo que sugiere que las posibilidades de que el incremento de los salarios ayude a los consumidores británicos en 2023 a mantener su poder adquisitivo son escasas. La persistencia de la inflación ha obligado al Banco de Inglaterra a seguir endureciendo su política monetaria, pero dada la debilidad interna es probable que modere su evolución.
Algunas medidas recientes de política económica han agravado aún más la presión sobre los ingresos de los hogares. Los recortes fiscales anunciados en septiembre provocaron una gran venta de activos británicos y un aumento de los rendimientos de los bonos del Estado, lo que incrementó drásticamente los costes del endeudamiento público. Esto también hizo subir los tipos de interés de las hipotecas y redujo en cientos de miles de millones el valor de los fondos de pensiones. Aunque los mercados se han recuperado en líneas generales desde que se revirtieron la mayoría de estos recortes fiscales, las perspectivas del precio de la vivienda no son buenas y persiste la desconfianza de los consumidores.
Los planes de la nueva Administración marcan un horizonte de endurecimiento de la política fiscal, equivalente al 1,8% del PIB durante los próximos cinco años. Este se concentrará principalmente en los últimos ejercicios, lo que debería limitar el impacto a la actividad económica en 2023, pero impedirá ofrecer estímulos frente a la actual recesión económica y agravará los problemas de productividad del Reino Unido, manteniendo en niveles bajos el crecimiento potencial durante más tiempo.
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