Españoles en el 'crack' del Silicon Valley Bank: «La gente estaba muerta de miedo»
El pasado fin de semana, mientras paseaba por las calles de Nueva York, Miguel Fernández, consejero delegado y cofundador de la ‘startup’ Capchase, no podía comprender cómo la gente vivía ajena a la tormenta bancaria que se avecinaba. A su alrededor todo fluía con una normalidad impensable para él. «No entendía cómo no estaban pensando en la que se podía liar si el Gobierno no garantizaba los fondos del Silicon Valley Bank (SVB)«, reconoce al otro lado del teléfono. Como la mayoría de los emprendedores que busca hacerse un hueco en la meca de la tecnología, él había confiado prácticamente todo el capital de su negocio, que se dedica a financiar a otras ‘startups’, al primero de los tres bancos estadounidenses que ha tenido que ser rescatado esta semana. Fue la mayor caída de una entidad bancaria desde la crisis de 2008. «Vivimos una auténtica locura . Dieron muchas malas noticias a la vez. Hubo una fuga de depósitos, el banco había comprado deuda a largo plazo y trató de emitir acciones para cubrir ese agujero. A su vez quebró Silvergate, especializado en criptomonedas, y Moody’s rebajó la nota de su deuda. En 24 horas se desmoronó todo «, resume este joven emprendedor, que ha levantado en apenas tres años un negocio con más de 130 empleados. El jueves pasado sacaron todo lo que pudieron del banco y empezaron a trabajar en un plan de contingencia para garantizar la supervivencia de sus clientes. Colas el lunes frente a una de las sedes del Silicon Valley Bank en California AFP Había que moverse rápido. El problema más urgente que resolver era el pago de nóminas que había que realizar el 15 de marzo (en Estados Unidos se cobra dos veces al mes). Por ley, sólo se garantizan los depósitos hasta 250.000 dólares, y cualquier trabajador del sector tecnológico supera allí los 100.000 dólares. Las ‘startups’ pueden mover, literalmente, millones. Por eso, desde el viernes por la noche el equipo de Capchase trabajó día y noche –en una especie de gabinete de crisis «como de película», bromea Fernández–, para buscar capital donde fuera. Estaban viviendo la cara B de ‘El lobo de Wall Street’. Pero al dispararse el riesgo, apunta, cualquier solución era cara. «La gente estaba muerta de miedo, pero levantamos cientos de millones para lanzar un programa de emergencia. Tuvimos peticiones por valor de 400 millones de dólares. Cerramos acuerdos con condiciones vigentes hasta el domingo por la noche, pero recomendamos a los clientes esperar. Y afortunadamente, cuando el domingo el Gobierno garantizó los depósitos, todo se resolvió«, concluye. Los grupos de WhatsApp de emprendedores de Silicon Valley dejaron de echar humo. Dependencia mutua «La solución de garantizar los fondos ha sido lo mejor que nos podía haber pasado. Porque si hay que garantizar la supervivencia, al final te aferras a créditos con condiciones peores o pierdes negocios muy buenos que no puedes financiar», sostiene Miguel Carranza, fundador de RevenueCat, una empresa creada en 2017 para gestionar suscripciones móviles. Él, admite, no durmió en todo el fin de semana , y eso que apenas tenía un millón de dólares en el SVB. No era demasiado, se consuela. Intentaron abrir una cuenta en otro banco lo más rápido posible –en apenas 24 horas lo habían conseguido– para que los proveedores que pudieran les pagasen allí. Noticia Relacionada reportaje No LinkedIn o el fin del miedo a reconocer que te han despedido Beatriz L. Echazarreta El parado lo solía llevar en secreto, pero la «menos sexy» de las redes sociales está terminando con ese pudor sociológico Con el acceso a sus cuentas bloqueado, reconoce Carranza, muchos jefes estaban ya haciendo listas de empleados críticos. Había un verdadero temor a que la oleada de despidos en las tecnológicas –casi 139.000 solo en el primer trimestre de este año , según datos de Layoffs.fyi– se hiciese prácticamente sistémica. Nadie imaginaba que un banco que llevaba 40 años en pie pudiera caer. «Nosotros no podíamos pagar ni cobrar, pero tampoco nuestros clientes ni proveedores. Todo el ecosistema allí dependía de él», insiste Carranza. Tras esta crisis atajada ‘in extremis’ se han dado cuenta de que no era la mejor estrategia. Pero hasta ahora SBV era la entidad en la que más sencillo era obtener créditos para financiar las ‘startups’, un tipo de cliente que, por su riesgo, no es el predilecto de los bancos. Además, como tanto inversores como empresas operaban con él –estaba entre los 20 más grandes del país –, las gestiones eran más ágiles que con cualquier otro intermediario, explican los españoles afincados en la bahía de San Francisco. Miguel Carranza con su socio, Jacob Eiting, en Silicon Valley ABC En la cultura emprendedora de Silicon Valley está muy implantado que los propios fundadores de las ‘startups’ reinviertan en otros negocios, por lo que muchos se enfrentaban a un riesgo real de perderlo casi todo. «Yo tengo dinero invertido en otras empresas y algunas anunciaron que si antes de la crisis tenían fondos para sobrevivir 36 meses, sin acceso al capital del SVB solo les quedaban cuatro meses de vida . Ahora hemos aprendido que tenemos que hacer pequeños planes de contingencia para asegurar el dinero y no quedarnos al descubierto«, reflexiona Alberto Martínez, fundador de Streamloots, una empresa que nació en 2018 para ayudar a los creadores de contenido a interactuar con su audiencia. Desde que empezó la pandemia unas 70.000 personas han abandonado Silicon Valley Aunque sus inicios están vinculados a Silicon Valley porque es allí donde lograron fondos para crecer, ni se plantearon quedarse en la bahía de San Francisco . Ni siquiera cuando, en plena pandemia, lograron una tercera ronda de financiación en Estados Unidos. «Los salarios allí son muy elevados. Con medio millón de dólares aguantábamos seis meses, mientras que trabajando en remoto desde España podíamos vivir año y pico. Además, toda nuestra red de contactos está aquí», apunta este joven emprendedor, que ha tenido una exposición muy limitada a la crisis del SVB, ya que, por pura casualidad, habían movido su capital meses antes. La mayoría de sus empleados, cerca de una decena, teletrabajan desde España , pero incluso desde aquí fueron más que conscientes de la alarma generada: durante el pasado fin de semana recibieron decenas de correos de inversores recomendándoles no dejar más de 250.000 dólares en sus cuentas del Silicon Valley Bank. Tocado, pero no hundido Pese al susto, los emprendedores españoles coinciden en que a principios de semana pudieron, por fin, respirar tranquilos. Aunque la incertidumbre, señala Miguel Fernández, ha llegado para quedarse a una burbuja de crecimiento tecnológico que parecía intocable. «Desde la guerra, con la subida de los tipos de interés, estábamos en un periodo de cautela . Aunque si ahora bajan los tipos de interés sería bueno para las ‘startups’«, afirma. Silicon Valley puede estar tocado , pero no hundido. Algunos voces hablan ya de una «microcrisis»: «Entraremos en una etapa de reajuste. Con el Covid llegaron muchas ayudas, bajaron los tipos de interés, hubo ofertas brutales, mucha expectación con el mundo de las criptomonedas y el ‘blockchain’. Había ideas que simplemente con una web, sin tener usuarios, levantaban millones. Pero esto no era real, ahora el dinero no es tan fácil de conseguir. Los inversores pasaron de decirnos que quemáramos dinero a que fuéramos más eficientes«, explica Alberto Martínez. Él conoce esta montaña rusa de financiación mejor que nadie. El año pasado tuvo que hacer un ERE y pasar de unos 50 empleados a poco más de diez. »Crecimos más de la cuenta. Pero a partir de ahí empezamos a tener un flujo de caja positivo«, añade. El consejero delegado de RevenueCat, tampoco cree que los más agoreros respecto al futuro de Silicon Valley tengan razón. «Llevo doce años aquí oyendo que la burbuja va a explotar. Y no explota «, sostiene, aunque reconoce, como su colega, que se ha cerrado la barra libre de millones y se asumen menos riesgos. Alberto Martínez, en la presentación de Streamloots abc Otra tendencia que creen que se acentuará en la que fuera cuna del emprendimiento tecnológico mundial– «una concentración brutal de talento y capital» donde fracasar y volver a emprender es casi un honor, explica su homólogo en Capchase– es la deslocalización del talento. De hecho, desde el inicio de la pandemia, casi 70.000 personas han abandonado la región, según un análisis del Silicon Valley Institute for Regional Studies basado en datos del Gobierno de California. Aunque los emprendedores españoles consultados están muy agradecidos a las oportunidades que han tenido en Silicon Valley –en nuestro país es imposible levantar un negocio tan grande y tan rápido, aseguran– y mantienen oficinas abiertas allí, ninguno vive ya en San Francisco. Miguel Carranza se mudó a San Diego buscando un lugar cercano a su empresa con un clima más parecido al de su Andalucía natal y Miguel Fernández eligió Nueva York. « San Francisco es caro y muy estresante« , resume Alberto Martínez. Noticia Relacionada estandar Si Fin de fiesta en Silicon Valley Javier Ansorena Después de años de euforia, crecimiento perenne, inversión a raudales y salarios descomunales, el sector tecnológico cierra el año agitado con oleadas de despidos. Es un ajuste que amenaza con poner fin a una era de vino y rosas y coloca una sombra de duda sobre la bahía de San Francisco y su clase tecnológica. «Una de las primeras cosas que aprendí allí es que el talento es bueno porque se nutren de universidades como Stanford y Berkley, pero también por la gente que emigra de todas partes del mundo», plantea Carranza. Pero hasta ahora el talento se estaba reteniendo a golpe de talonario. Para los empresarios, explica Fernández, era muy difícil competir con los sueldos de las ‘big tech’, y el talento era «júnior y poco leal». Pero ahora, con el trabajo en remoto, se puede contratar personal cualificado en otros lugares del mundo con menos coste y competencia. «Silicon Valley lleva tiempo sin ser el principal polo del mundo emprendedor a nivel mundial. Ahora el talento está cada vez más distribuido. Además, también las dinámicas de emprendimiento se han expandido. Ahora hay proyectos de gran valor (unicornios) que se desarrollan en otras partes del mundo. El mercado de las ‘startups’ está cada vez más maduro», zanja Rodrigo Miranda, inversor y director general de la escuela digital de negocios ISDI. Para bien o para mal, sentencian, en Silicon Valley todo pasa muy rápido .