la historia de Juan Matute
De recibir la extremaunción a entrenar para los juegos en menos de un año. Lo de Juan Matute suena a milagro, y es que un derrame cerebral lo dejó en coma durante 25 días. Despertó y sin secuelas. Hoy entrena para representar a España en Doma Clásica, y lo hace de la mano del mejor entrenador, su padre, toda una eminencia en este deporte, ya que ha sido olímpico durante tres juegos (Seúl, Barcelona y Atlanta).
Tanto para el padre como para el hijo, los Juegos de Tokio 2021 serían los más especiales. Primero por su edad, que tiene 23 años y está muy por debajo de la media, así que le toca competir con gente que tiene muchos más años de experiencia. Otro de los hándicaps son las circunstancias del joven, que el 5 de mayo de 2020 sufrió un derrame cerebral mientras entrenaba. Su padre nos asegura que cuando se despertó y fue consciente el solo hablaba de los juegos y que, al cuarto de mes de recuperación, “ya estaba subido a un caballo”.
Lo que recuerda del incidente
Del momento del incidente Juan solo recuerda un “dolor de cabeza intenso”. Y, mientras estaba haciendo unos ejercicios con un caballo empezó a notarse raro: “De repente me pongo al paso, le doy un descanso a mi caballo y me empiezo a marear, le dije a mi padre que me estaba mareando, que me estaba pasando algo y me dijo que no me preocupara, que me bajara del caballo, me sentara y que en cuanto me encontrara mejor me volviera a subir”, sin embargo, en cuanto Juan se bajó del caballo se desplomó: “Recuerdo que me senté en el suelo y caí inconsciente”, explica.
“No entendía que hacía en el hospital. Yo pensaba que estaba entrenando para los JJOO”
A partir de ahí y hasta que despertó del coma pasados 25 días, Juan no recuerda nada más: “Para mí fue como una siesta”, dice. Aunque cuando despertó “no podía parar de llorar”. Al mismo tiempo sintió muchas emociones y mucho miedo: “No entendía nada. No entendía que había pasado ni que hacía ahí en el hospital. Yo pensaba que estaba entrenando y preparándome para Tokio. De hecho, las primeras semanas que estuve en la UCI me tuvieron que repetir constantemente que me había pasado.”
Juan perdió 25 kilos tras el incidente. A día de hoy ve vídeos y es incapaz de reconocerse. La recuperación no fue fácil, el médico que llevó a cabo su operación la califica como un “milagro”. Y es que ha sido un proceso muy duro, muy largo, pero a la vez “muy especial”, porque en todo momento se ha sentido arropado.
Cuando escuchó al médico decir “estás curado”, Juan no pudo evitar emocionarse. Para él fue cerrar un capítulo muy importante y serio y, “poder cerrarlo así, es un subidón” asegura.
A los cuatro meses del incidente Juan se volvió a subir a un caballo. Cuando llegó a la hípica fue muy emocionante, pero no solo para él, también para los caballos, quienes habían notado su ausencia desde el primer día: “Se acercaban a olerme, me observaban, no entendían por qué andaba tan raro”. Y es que como Juan dice, tanto los caballos como los jinetes son “un equipo” y cuando falta alguno “se te cae el mundo”.
Con la mirada puesta en Tokio
Juan está a un paso de llegar a Tokio. El jinete está en la lista corta de los binomios seleccionados para Tokio 2021 y está tremendamente orgulloso y contento. Su padre, que al mismo tiempo es su entrenador, quién ya ha tenido tres citas olímpicas, en Atlanta, en Seúl y en Barcelona, le ha dado varios consejos en este camino hacía las olimpiadas: “Mi padre me recuerda que cada día es una prueba distinta y un reto nuevo y hay que mantener la calma al mismo tiempo que se monta con el corazón y el alma”.
Quántico es su gran estrella, es el caballo que le acompaña en todo el camino hacía Tokio. Él lo define como un “Ferrari sin frenos”. Entrenar a un caballo para una competición no es nada fácil, son muchos años de entreno. Quántico lleva 15 años a su lado, han crecido juntos prácticamente y más que su caballo es su compañero.
El jinete no le teme a nada. Lleva compitiendo desde que tiene 12 años y está más que preparado para cumplir su objetivo, llegar a Tokio: “Yo prácticamente no me pongo nervioso. Disfruto mucho de la competición y de estar en el foco y en el punto de mira de miles de personas. Cuando tu disfrutas de algo no hay nervios ni tensión, ni presión que pueda contigo”.