«Madrid es cuna del respeto a la diferencia. Uno viene a diluirse»
Pepe Viyuela es ancho de pecho, acogedor en el verbo, filósofo licenciado y cómico de los que decía Fernando Fernán Gómez. Es la suya una carrera teatral imparable, aunque se nos revolviera el alma con su papel del ‘Chema’, de la serie ‘Aida’. Sabe que está en territorio de Valle-Inclán , cerca del callejón del Gato, y así que nos lo confiesa con gracia logroñesa y castiza si es que hay casticismo riojano. Lo suyo es un trabajo de largo aliento, zozobras, y esa recompensa de un abrazo saliendo del Teatro Español. Madrid le ha dado todo, y en esto que anda el hombre recordando su ciudad natal, Logroño, de la que vino cuando era un niño. Por eso que su infancia son recuerdos de un bus, «con olor a gasoil», en la estación de Maudes que los subía a La Rioja, a donde no ha dejado de viajar. Es cómico sereno y, frente a otros ‘colonos’, ve la ciudad laberíntica, compleja, con claroscuros como de Caravaggio . Él siempre ha estado en la luz, dicho sea. Noticia Relacionada estandar No Diego Revuelta: «Nunca he estado en una ciudad donde haya menos razones para irme a dormir» Jesús Nieto Jurado Tras idas y venidas, la estrella del comunicador, y él lo sabía, era estar en ese Madrid tan magnético — Y aquí está porque ha llegado. ¿Cómo? Hábleme de sí, de su ansiedad, que diría la canción… Para mí llegar a Madrid, vivir en Madrid, ha sido tocar la gloria de la ciudad de las oportunidades. Estudié lo que quería. En Madrid. Aquí había una escuela de arte dramático estupenda, una Facultad de Filosofía estupenda. Madrid me lo ha dado todo. Toda mi vida, todas mis referencias buenas y malas están aquí. Yo estoy cosido a Madrid. — Leo en su biografía que es filósofo, además… ¿Se puede ser en Madrid filósofo y cómico a la vez? En Madrid se puede ser lo que sea. Es una ciudad de aluvión. Mucho corazón, y mucho pícaro. Es un lugar de mucho dinero, eso siempre atrapa el interés de todos. Todos tenemos que comer. Ha absorbido mucha población. Eso la hace compleja, laberíntica. Luces y sombra. Yo he vivido en la zona de la luz. Hay un Madrid triste, muy triste. El de las sombras. — No me ha contestado. O sí. Pero me interesa ese Madrid triste. Raphael cantó una ‘Balada triste de trompeta’ por la que, dicen, nunca recuperó su chorro de voz. Dispense la digresión, hablábamos del Madrid triste… Es el de Baroja o Galdós, que retratan ese Madrid del XIX, de mucho encanto y mucha miseria. Valle-Inclán en ‘Luces de Bohemia’. Y tiene encanto. Yo me quedaría con Valle por mi faceta de actor. Te vas a morir de gusto viendo a Pedro Casablanc . — El madrileño, a usted que es filósofo y se le presupone ‘orteguianamente’ la cortesía del lenguaje… Al madrileño, digo, ¿se le puede definir? La gente, sí. Se puede definir. Es Madrid cuna de un profundo respeto a la diferencia; uno viene aquí a diluirse. Algunos amigos respiraban en la capital por el anonimato que da, que te da la ciudad. Es verdad que Madrid ha tenido quizá momentos mejores, pero sigue siendo una gran ciudad en lo que nos concierne. «A Madrid le falta apoyo institucional para ser una ciudad aún más afortunadísima» — ¿Ha tocado Madrid el techo del teatro? ¿Se le puede pedir más? Madrid tiene ahora mismo la mejor cartelera del país. Por lo menos la más amplia. Lo que pediría, y me acusarán de pedigüeño, es más apoyo. Los teatros públicos no tienen el presupuesto adecuado, y los privados no encuentren las facilidades para trabajar con mayor holgura. No obstante, el tejido teatral es riquísimo en Madrid. Yo empecé en el teatro del barrio, en la Sala Triángulo en Lavapiés. Falta apoyo institucional para ser una ciudad, en lo teatral, afortunadísima. Más de lo que es. — Si nos cargamos el teatro en Madrid, nos cargamos… —Nos cargamos la idiosincrasia de una ciudad. Desde tiempos inmemoriales. Esta ciudad ha vivido del teatro. Estamos al lado del Teatro del Príncipe, pero también muy cerca de la casa de Lope de Vega. Madrid es teatro. — ¿Existe el madrileñismo profesional? Usted sabe a lo que me refiero… No, no existe ese madrileñismo profesional, nos lo hemos inventado. O existe en el sentido de que uno, lo mejor que puede hacer para ser madrileño, es no presumir de ello. — ¿Es buen consejo ése? Cuando uno presume de las cosas, las estropea. Ser madrileño sin darle importancia, o sentirse madrileño sin darle importancia es lo suyo. Y es que, cuando yo era joven, éramos mayoría los que habíamos venido de fuera. Mis hijos ya han nacido aquí. — Supongo que no llevarán el DNI en la boca. No. No van diciendo «soy madrileño», y yo creo que representan esa forma de ser madrileño más discreta, más elegante. — ¿La forma ideal de ser madrileño? Hay algo que ha estado siempre en el espíritu de la ciudad, que ha sido la acogida. Y luego, el segundo ingrediente, la falta de presunción. No presumas de que eres la ciudad de mayor acogida, que entonces pierdes el sentido. Noticias Relacionadas Los pálidos, lo viejo y lo nuevo Anne Igartiburu mete la nariz en el Teatro Real — El Prado es su lugar preferido. ¿Por qué y qué cuadro? El Museo del Prado es un universo dentro de Madrid. Uno entra ahí y tiene la posibilidad de viajar en el tiempo, de viajar a través de la belleza y las historias. Y de perderse por salas y estilos, y épocas… te llenas de sugerencias, de historias que cuentan los cuadros. — Un cuadro. Le pedí hace rato ya… ‘El aquelarre’ de Goya .